Solamente me gustaría que recordáramos a un misionero que lamentablemente falleció en el campo misional el 21 de abril de 1997, en un accidente en la camioneta de la misión.
Por por medio de esta carta, que fue publicada en el periódico de la misión de esa época, "El Segador" de mayo de 1997, y la firma el presiente Martineau:
Culiacán, Sinaloa, 28 de abril, 1997
Queridos Elderes y Hermanas:
Este espacio es usualmente dedicado al tema del mes o para motivar o instruir sobre temas específicos que requieren inmediata atención. Esta edición especial la dedicamos a nuestro amado compañero y amigo, élder Gabriel Vázquez Rueda.
Todos lamentamos su trágica partida y extrañamos la siempre amable y positiva presencia de Elder Vázquez. Todos lo
conocimos bien ya sea por haber sido compañeros de casa, o más probablemente por su eficaz intervención en las múltiples conferencias de zona que mensualmente realizamos en las 10 zonas de nuestra misión.
Algunos lo recordamos por su capacidad, otros por su sonrisa constante o quizá otros por algún favor o ayuda que siempre estaba dispuesto a proporcionar. Nuestro Elder Vázquez tuvo una trayectoria admirable como misionero. Certificó las 6 charlas básicas en 4 meses y fue designado compañero mayor y entrenador. Fué líder de distrito y recibió y capacitó a 6 misioneros nuevos, abrió la rama de Mocorito y sirvió como su primer presidente de rama. Sirvió como secretario de registros y trabajó durante 3 meses como asistente al Presidente. Cuando fue creada la zona El Dorado fue designado líder de zona siendo aún asistente.
ELDER VAZQUEZ VIVIÓ Y MURIÓ COMO UN VERDADERO MISIONERO. Siempre estuvo presente en él la sagrada responsabilidad de representar a Aquel que ofrendó Su vida en la cruz por nosotros; TRABAJÓ CON FUERZA TODA SU MISIÓN, la mayoría de sus días de preparación fueron empleados en ayudar a otros, preparar temas y apoyar en la
recepción y transferencia de misioneros. El día de su partida (lunes 21 de Abril, 1997) estudiaba sus charlas camino a una reunión de distrito en Cruz de Elota, siendo un día de preparación.
Recibió y aceptó su última transferencia como todas las anteriores, sin preguntar ni dudando. Se despidió de sus compañeros, amigos y familiares con la seguridad y firmeza de un buen soldado quien, conociendo el plan de batalla,
sale al frente para luchar con valor, proteger la libertad y liberar a los oprimidos.
En su muy desgastada mochila sus armas siempre estuvieron a su alcance: su triple, su biblia, sus charlas y sus ayudas visuales... que ahora serán usadas para trabajar en ésta, su última área asignada, predicando el mismo Evangelio, defendiendo el mismo Plan de Salvación ahora "entre aquellos que están en tinieblas y bajo la servidumbre del pecado en
el gran mundo de los espíritus de los muertos" (D. y C. 138:57).
En su pecho aún porta la placa que ostentó su nombre y el de la Iglesia que tanto amó, en su bolsillo su biblia blanca con el logotipo de la misión y en sus labios el lema: "Verdad, Honor y Esfuerzos sin límites".
Con Amor:
Presidente Alberto Isaac Martineau
Misión México Culiacán.
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